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La herencia

“Porque aparte de los adversarios, también existe él, y ¿Quién conoce sus intenciones? Siempre sueña que en un momento de descuido -para ello hace falta una noche inimaginablemente oscura- pueda escabullirse del frente de batalla y ser elevado, por su experiencia de lucha por encima de los combatientes, como árbitro”  -

Franz Kafka, 1920.

Acostumbrado a usar la fotografía como una metáfora-trampa, Bernardo Puente provoca a pensar el futuro desde los treinta y cinco años de gobierno autoritario del Gral. Alfredo Stroessner (1954-1989) en el Paraguay de una forma íntima, en clave de legados y testamentos.

Puente nos envía a un espacio, a una estancia del hogar. Junto al ventanal que permite una entrada sutil de luz e ilumina los recuerdos fijos en la pared, en los retratos. En el tiempo largo de una familia, en todo aquello que pasa de generación en generación. En los juegos. En los enojos y en las alegrías. En los silencios y en los gritos. En lo que se esconde y en lo que devela. Pero este hogar no es sino una multiplicidad de hogares. Varios hogares en uno, o uno solo fragmentado en una docena de estancias. 

Quizás es el suyo. Y quizás no. La dictadura, las detenciones, la desaparición forzosa, el autoritarismo militarista el artista lo ha vivido en al menos tres de esos pedazos de estancias, Buenos Aires, la casa de retiro familiar y el Paraguay.

La trampa de tiempo de Puente expresada en las falsas polaroid, remiten a los escritos de Hannah Arendt sobre la Brecha entre el Pasado y el Futuro, sobre el ejercicio de un presente que no se sucede por el mero flujo unidireccional del tiempo, sino que libra batallas constantes entre el peso del pasado y la urgencia del futuro. Sobre el papel que desempeñan hombres y mujeres en la construcción de una memoria y la imperiosa necesidad de quebrar los preceptos de una herencia.

 

Ana Barreto Valinotti

Asunción, octubre de 2021.

La Herencia, de Bernardo Puente presenta una herida abierta; imágenes conjuntas que se rehúsan a la conexión, un rompecabezas que quisiera ser imposible. Partiendo la obra de Roger Ballen en su iconografía fantasmagórica, Puente traza las implicaciones de aquel vacío, en discursos que aluden a la fotografía familiar mientras denuncian las consecuencias de memoria y conciencias carentes en los ámbitos histórico-políticos del Paraguay, desplegando imágenes que por su no unión confabulan apariciones del horror.

Bruno Poletti

Asunción, Febrero 2024

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