IRREVERSIBLE
Primer premio III edición (2022) del "Premio Hippolyte Bayard"
La desaparición, en especial la de seres humanos, plantea a la fotografía conflictos graves y la enfrenta a retos decisivos. El hecho de que no existan los objetos (los sujetos, los cuerpos) a ser figurados trastoca la lógica tradicional, “realista”, de la operación fotográfica, que no puede ser concebida ya como indicio fidedigno de una realidad completa. Según esa lógica resulta inconcebible que el referente se haya retirado antes de marcar presencia. Sería factible en el caso de personas que fueron fotografiadas y desaparecieron luego, pero entonces no se habrían fotografiado como desaparecidos, sino en cuanto pasibles de desaparición.
Ahora bien, el caso de los desaparecidos políticos posibilita otros abordajes, cercanos a los que asume la llamada “posfotografía”, más basada en los ardides del concepto que en la manipulación de la máquina; más proclive a la versatilidad de la mirada y los desatinos de la creación que a la fidelidad referencial. La propuesta ensayística de Bernardo Puente apunta a construir un relato no a partir de la captura fotográfica de hechos e individuos cuyas figuras reparen su propia pérdida, sino mediante operaciones retóricas y lances poéticos que bordean el hueco de la falta; mediante imágenes capaces de pendular sobre el vacío y hacer vislumbrar, brevemente, nuevos rumbos históricos. Es decir, que permitan abrir el pasado a posibilidades alternativas a las impuestas por una infausta historia cuya brutal inequidad ha sacado de escena a miles de personas empeñadas en construir futuros vivibles.
W. Benjamin dice que es función de la memoria el convocar el pasado para asignarle mejores cometidos. El arte no puede cambiar el pasado ni construir directamente otros futuros, pero puede imaginarlos: es decir, es capaz de habilitar su dimensión de posibilidad. Esta es la mejor apuesta política de la imagen fotográfica, del arte.
El ensayo de Bernardo Puente trabaja la memoria de desaparecidos vinculados con su propia memoria. Reconstruye imaginariamente un álbum familiar que parte de una fotografía tomada el día antes de que tíos suyos fueran secuestrados sin retorno (antes de que fueran convertidos en espectros, en puros nombres sin cuerpo ni sepultura conocida: sin muerte consignada). Puente trabaja fotos anteriores a esa práctica de terrorismo de Estado y, mediante dispositivos de inteligencia artificial, reconstruye los personajes tales como lucirían hoy: les devuelve imaginariamente su actualidad segada. Las fotos originales, documentales (el studium barthesiano), aparecen en otro plano, veladas por los papeles transparentes, tipo “tela de araña”, propios de los álbumes que guardaban los retratos analógicos.
La desaparición de personas no solo adultera el orden de la representación: también perturba el del tiempo. El álbum se ve forzado a ser leído desde el presente (futuro imposible de un pasado truncado) hasta la escena fundacional, que muestra a la familia con sus deudos vivos. Pero también, es impulsado a ser hojeado en dirección contraria: la tragedia disloca el tiempo, dice Shakespeare, lo desquicia y dispara sus momentos en direcciones opuestas. El álbum de Bernardo Puente no busca reparar la ausencia, pero sí apunta a encarar el duelo en clave de representación: trata la memoria traumática desde las estratagemas de la imagen. Mediante ellas, puede el evento privado devenir acontecimiento: dimensión generadora de significados constantes, pendientes sobre la oquedad irreparable del sentido.
Ticio Escobar